domingo, 23 de octubre de 2011

Las posibilidades de un modelo económico alternativo

kingsandpawns253

Desde éste blog, ya se han criticado con datos contrastados procedentes de entidades oficiales (como por ejemplo el Instituto Nacional de Estadística o el departamento de estadísticas del Fondo Monetario Internacional) las diferentes actuaciones económicas de varios gobiernos de todo el mundo. Merecen especial mención los dirigentes de Europa y de Estados Unidos que por su permisividad y su sometimiento al yugo de los mercados financieros han sacrificado la capacidad de reaccionar a tal mal endémico.

Pero también es importante reaccionar a este imperialismo financiero desde un punto de vista más interno. Desde hace años, se nos ha hecho creer que el sistema que impera actualmente es el único válido capaz de impartir justicia por su innata capacidad para equilibrar la oferta y la demanda de forma igualitaria. El problema es que tras treinta años con el sistema financiero mercantil, el mundo está más desequilibrado. Los Estados Unidos son el ejemplo más claro del acrecentamiento de la desigualdad social: los ricos son más ricos y los pobres son más pobres.

Sobre éste sistema mercantil, ¿es cierto que no existe alternativa posible? ¿No queda más remedio que asumir las aseveraciones de los venerables expertos económicos y agachar la cabeza? Es probable que un modelo alternativo exista, un modelo que aunque se tilde de alternativo, también pueda ser realista. En este artículo daremos algunas pistas sobre cómo reconducir la economía hacia ese modelo.

 

Breve aproximación histórica: los mercados financieros

El papel primordial que juegan los mercados financieros en la actualidad es el resultado de una evolución que se inició en la década de los setenta. Bajo la presión de éstos mercados, la regulación global del capitalismo se ha transformado en profundidad y ha dado como resultado lo que se conoce como “capitalismo patrimonial”, “capitalismo financiero” o más comúnmente, “neo-liberalismo”.

En el nombre de la ciencia económica, se han venido aplicando desde hace treinta años, unas políticas financieras basadas en un sistema de total y libre competencia. Basados en una visión neoliberal fundada por agentes financieros individuales y clarividentes en competencia los unos con otros, ésta teoría financiera tenía que conducir ineludiblemente al crecimiento económico óptimo. Se trata de una ficción cómoda para escribir enormes tesis sobre modelos económicos que deberían permitir alcanzar el oro de La Meca.

Desde un punto de vista retórico (conceptual) y no dialéctico (verbal), lo cierto es que más allá de la palabrería que proponen políticos y expertos, existen una serie de conceptos que permiten percatarse de que algo no funciona como debería. De hecho, el siguiente apartado muestra cómo algunos preceptos resultan no ser tan ciertos como parecen…

 

¿Cómo se pone en duda a sí mismo el sistema neoliberal? Por incumplir su principal objetivo: fijar un precio realista

economics1La cesión de total libertad a los mercados financieros radica en el supuesto hecho de su eficiencia para fijar un precio. En nombre de un sistema equitativo que logre otorgar el precio justo a los elementos que se quieren comprar, el sistema político cede poder a los mercados para que éstos autorregulen el valor de los productos (reales y financieros).

Esta idea nace del intento de transponer las leyes básicas de la oferta y la demanda, aplicables a los mercados tradicionales, a los mercados financieros. La oferta y la demanda es un sistema de autorregulación por el cual, si un vendedor fija un precio excesivo, sus ventas disminuirán obligándole a bajar el precio hacia el valor de equilibrio. Del mismo modo, un aumento de la demanda formará un equilibrio dado un cierto tiempo por el que, o bien aparecerá una mayor oferta o bien el precio de equilibrio aumentará.

Pero para que éste modelo sea válido, una serie de suposiciones deben de ser ciertas: el mercado debe estar en competencia perfecta y el mercado debe ser totalmente libre. El problema reside en que mientras que este equilibrio se cumple en mayor o menor medida en los mercados tradicionales, podría ser que los requisitos para aplicar la teoría de la oferta y la demanda no se cumplan en el mercado financiero.

De hecho, si en principio se supone que el capital siempre se dirige a los proyectos más rentables y abandona los menos eficientes permitiendo alcanzar el punto de equilibrio, la crisis ha venido a demostrar que no es así. La competencia financiera no produce necesariamente precios justos y a menudo conlleva evoluciones del precio excesivas e irracionales: las burbujas inmobiliarias son tan solo un ejemplo. En el mercado financiero, cuando el precio de un bien financiero aumenta es frecuente observar ¡un aumento de la demanda!. Completamente al revés del funcionamiento de un mercado ordinario.

El sueño de la rentabilidad: el alza del precio podría suponen el auge de la rentabilidad asociada al producto debido a la plusvalía asociada (se compran acciones mientras se cree que el precio puede seguir aumentando para ganar más dinero luego al venderlas cuando éstas alcancen el punto álgido, como en las películas de Hollywood sobre la bolsa en las que se aprecia que un indicio de aumento conlleva más compras pese al aumento del precio). Ello conlleva a una burbuja especulativa que no produce precios justos, sino al contrario, precios inadecuados. En poco tiempo, un incidente imprevisible pero inevitable (Lehman Brothers) hace estallar el crack y el mundo se percata que el valor que estaba comprando no era real…

 

¿Los Mercados liberalizados son equivalentes a crecimiento económico? La respuesta podría ser ¡NO!

Globalisation-EconomicEn este aspecto, una vez más la idea original ha sucumbido. En principio el mercado financiero debía sustituir la financiación bancaria (un proyecto lo financiaba un comprador o accionista del proyecto y el dinero ya no era cedido por un banco). Desde éste momento, este mercado es el que fija los criterios de rentabilidad de los proyectos exigidos a todo capital: tal accionista invertirá en nuestra empresa si aseguramos una rentabilidad mínima al dinero que nos deja. El que invierte quiere recibir tantos dólares por cada dólar invertido.

Pero hoy en día el modelo se ha invertido y ahora son las empresas que financian los accionistas. Aún así, las cúpulas directivas de las empresas en su mayoría han mutado y se han organizado para optimizar el beneficio financiero que se constituye como único objetivo empresarial. La primera misión del Chief Executive Officer de una empresa es optimizar los beneficios para los accionistas y la idea de interés común para los diferentes vínculos de la empresa ha desparecido.

Un ROE (Return On Equity) o tasa de rendimiento de los capitales propios del 15% al 25% son los mínimos exigidos hoy en día. La liquidez es la principal arma que exige este crecimiento puesto que en cualquier momento, con liquidez, el capital puede irse a cualquier otro lugar si el accionariado no está satisfecho.

En esta situación, tanto el asalariado como la soberanía política se encuentran en situación de inferioridad y la libertad que ceden se traduce en exigencias de rendimientos poco razonables que tan solo conducen a un reducido crecimiento económico y a ahondamiento en las desigualdades sociales. Por una parte, las exigencias excesivas inhiben la inversión (por miedo a que no se cumplan las expectativas cada vez más exigentes) y conduce a las tasas de inversión más bajas de la historia en Europa y Estados Unidos. Por otra parte, estas exigencias desorbitadas provocan una presión constante a la baja de los salarios y por tanto en el poder adquisitivo lo que no favorece la demanda, reduce las compras y hunde el sistema poco a poco.

La inversión y el consumo disminuyen lo que conduce a un crecimiento débil (véase la crisis que atraviesa Japón), a un paro creciente y endémico contra el que poco se puede hacer. En algunos países esta tendencia se ha paliado temporalmente con el endeudamiento particular y las burbujas financieras (en España, concretamente burbujas inmobiliarias) que han creado una riqueza ficticia que permitió un crecimiento sin salarios pero que termina, como ya lo ha hecho, en un crack.

 

Las claves para encarrilar una vía alternativa viable

Pese a todos éstos detalles y todas las posibilidades mostradas, la crisis originada en 2007 y 2008 no parece haber alcanzado los cimientos del pensamiento financiero actual. Peor aún, en Europa por ejemplo, se han puesto en marcha unos planes de austeridad y reducción de prestaciones sociales muy agresivos que tienen como único objetivo volver a dar rienda suelta al sistema neo-liberal. Éstas medidas ya demostraron su capacidad para aumentar la inestabilidad y acrecentar todavía más las desigualdades.

El poder de las finanzas no se ha cuestionado en ningún momento. No obstante, si la ciencia económica empieza a replantearse sus bases, hipótesis y métodos, también debería percatarse de que corresponde a la ciudadanía, y no a los patéticos expertos, determinar colectivamente mediante la deliberación democrática los objetivos de la actividad económica, los criterios de efectividad (el ¿porqué?) y los medios para alcanzar dicha efectividad (el ¿cómo?).

La crisis debería interpretarse no como el resultado de un comportamiento malévolo y falto de honradez de algunas personas si no como el resultado ineludible de un sistema esencialmente inestable de los mercados financieros desregularizados.

 

Soluciones a aplicar para mejorar el sistema

Y ¿que soluciones se pueden aportar a este sistema moribundo? Sin pensar en soluciones utópicas o imposibles (implantar un sistema pseudo-comunista o rarezas semejantes), la solución pasa por aplicar un paquete de medidas cruciales e incisivas: reforzar los contrapoderes de la empresa para obligar a la cúpula directiva a tener en cuenta los intereses del conjunto de la empresa. Incrementar de manera MUY notable la fiscalidad a las rentas más ricas para desalentar la carrera en pos de un enriquecimiento exorbitado a través de rendimientos insostenibles. Reducir la dependencia de las empresas respecto al mercado financiero a través de créditos del estado orientados preferentemente a los sectores prioritarios (empresas sociales, I+D+i, medioambiente…). Todo ello permitiría que las empresas se desligaran un tanto del mercado financiero que tanto las ahoga y exige unos rendimientos insostenibles.

Por otro lado, deberían separarse estrictamente los mercados financieros y las actividades de los agentes financieros. Prohibir que los bancos especulen por cuenta propia para evitar la propagación de las burbujas y de los posteriores cracks. Fijar tasas sobre transacciones financieras podría evitar la liquidez y las transacciones especulativas. Limitar las transacciones financieras a aquellas que responden a una necesidad real de la economía. Y finalmente, reducir la remuneración de los traders.

Todo esto son medidas que permitirían reequilibrar el control del gobierno sobre la economía tratando de que la democracia recupere parte del poder perdido frente a los mercados financieros. Y todo ello no viene por una simple idea utópica sino por una necesidad real: los mercados financieros han demostrado su incapacidad para funcionar libremente y deben volver a ser una herramienta más al servicio de los asalariados y de los gobiernos.

 

Fuentes:

Manifiesto de Economistas Aterrados – Philippe Azkenazy (CNRS), Thomas Coutrot, André Orléan, Henry Sterdyniak (tercera edición)

Wikipedia.org – Ley de la oferta y la demanda (http://es.wikipedia.org/wiki/Oferta_y_demanda)

1 comentario:

Josée dijo...

Dans la dernière partie tu vas droit au but, je trouve ça intéressant !