Estudiaremos en primer lugar los errores que se cometen al juzgar la música de forma subjetiva cuando el objetivo es determinar que música es buena. Cabe destacar análogamente, que las personas son libres de pensar en su música preferida de una manera y juzgar cualquier clase de música como tal y de su agrado. No obstante, si lo que se desea es una clasificación absoluta, la subjetividad es un error clamoroso. Dicha visión de pensamiento conduce irremediablemente al error: ya sea por el deseo de imitar lo oído en círculos de supuesta compresión musical, o simplemente por fachada (aparentando ser un entendido al citar ciertos cantantes que jamás se habrían escuchado antes) o más frecuentemente por anteponer los gustos propios a la verdad semi-absoluta*. Gustar o no gustar es un elemento subjetivo, las ventas podrían engañar pero al estar basadas en los gustos vuelven a ser un elemento subjetivo y las constantes asociaciones de cantantes a movimientos políticos hacen todavía más subjetivo cierto tipo de música. Estos elementos son cambiantes y lo que durante un tiempo es a, puede transformarse en b en pocos años. Un claro ejemplo de este fenómeno son los compositores de clásica del siglo XVIII (Mozart obtuvo ciertamente reconocimiento en vida pero tras su muerte, la visión cambió y se convirtió en un genio de la composición). Más recientemente, The Velvet Underground fue duramente criticado durante los años emergentes para una vez disueltos y con la fama de Lou Reed indiscutiblemente ganada por su carrera en solitario el grupo se convirtió en banda de culto y en Inglaterra se les conocía como los Pink Floyd americanos”. Al parecer es impropio criticar un grupo de forma tan hipócrita.
¿Cómo justificar que cierto tipo de música es buena? Responder a esta pregunta es encontrar criterios objetivos para justificar la calidad (elemento básico para considerar juicos de valor sobre la música en cuestión). Y para esto, no existe ninguna receta que permita clasificar de forma irrefutable elementos de consideración objetivos. Es decir, la meta debe ser capaz de razonar unos criterios objetivos para juzgar algo, en este caso la música. De este modo y con toda la humildad posible, considero elementos objetivos entre varios otros la calidad técnica del músico (tiene más valor el ente musical con potencial y potencia técnica que el individuo que no toca ningún instrumento para hacer música), la innovación en el marco de la época del grupo, la diferenciación con lo presente, el hecho de ser referencia para generaciones posteriores diseñando un género y finalmente la versatilidad. Con estos elementos a mi juicio objetivos, se puede considerar emprender una valoración de grupos musicales y alejando en todo momento de la subjetividad.
La idea a tener en cuenta es que los términos subjetivad y objetividad son términos esencialmente opuestos. En se llega a la conclusión que los términos mejor (que hace referencia a una valoración absoluta y por tanto objetiva) y preferido son como los anteriores, filosóficamente opuestos en el sentido del razonamiento a llevar a cabo para determinarlos. Teniendo en cuenta esta idea, muchas “músicas” consideradas como buenas podrían tambalearse. ¿Qué merito tienen objetos de deseo carnal y comercial más que de objetos de música como Beyonce, la fábrica OT, Britney Spears…? Es vital entender que para elaborar un juicio de valor sobre música (distinto de un juicio de opinión) hay que aislarse del mundo que nos rodea, evitando de este modo interferencias a la objetividad, y pensar como lo haría un recién nacido que no ha sido influenciado. Independencia de pensamiento para encontrar la objetividad absoluta es el único modo para determinar realmente una valoración sobre algún campo como puede ser la música o cualquier otro que por el motivo que fuere, es necesario juzgar.
*Realidad o aseveración basada en la objetividad en el discurso de Descartes
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