La reciente crisis en la que el mundo está inmerso, la enorme apatía social en asuntos comprometidos y el curso de las cosas en general tales como la banalidad con la que se declaran guerras o la feliz ignorancia en la que vive toda la sociedad occidental, nos obligan a plantearnos qué le está ocurriendo a la sociedad. Es interesante destacar que, independientemente del régimen constitucional, republicano, monárquico o dictatorial en el que se mueva un país, parece que la democracia es la única manera de gestionar el régimen. Irónicamente, diversos regímenes dictatoriales de África así como en el Partido Comunista Chino incluyen la palabra “democrático” en sus nombres o bien se hacen llamar partidos democráticos (solo 5 países en el mundo no se autodictaminan como democracias). Y ciertamente, la democracia es una solución para algunos países habiendo aportado la etapa de mayor prosperidad jamás vivida en dichos estados, pero no lo es para otros. La experiencia demuestra que democracia y progreso no son sinónimos en gran parte del mundo. La confianza ciega en la democracia podría ser resultado de una inercia histórica haciendo que realmente la situación actual pueda verse de otra manera: una visión alternativa pero realista con los hechos y mentalidades en los que vive la sociedad.
Uno de los primeros asuntos que despiertan la inquietud sobre este asunto es la sensación de un distanciamiento cada vez mayor entre la clase política y la sociedad. Las constantes manifestaciones y movimientos sociales hacia las grandes cumbres demuestran un creciente malestar hacia las reuniones políticas. Al mismo tiempo, la total indiferencia de la misma población hacia los pequeños cambios y el día a día político resaltan todavía más que la sociedad actual no se siente identificada ni con la política ni con la clase política. Las razones pueden ser varias, pero en mi opinión, la causa principal parece ser la sensación de que esté quien esté en el gobierno todo va a seguir igual. ¿Apatía hacia algo que ha elegido la población? La distinción entre la clase política y la sociedad (por mucho que se intente enmascarar vistiendo a los políticos como lo haría un ciudadano normal) es demasiado profunda.
Como consecuencia, los políticos buscan y desean despertar al electorado con grandes medidas y cada vez más hoy en día, criticando y desacreditando a los partidos oponentes. Una persona conoce antes la última artimaña verbal utilizada por un candidato para criticar a otro antes que el proyecto de ambos partidos. En España, esta lucha se hace flagrante cuando incluso los medios de comunicación tan solo resaltan los insultos y los abucheos de las sesiones sobre el debate de la nación. ¿A qué nos lleva esto? Los políticos tan solo dicen lo que el electorado quiere oír. La verdadera función de la democracia se desvirtúa por completo: en lugar de juzgar los resultados de una gestión política, se juzgan las medidas a tomar. Ningún partido político se atrevería hoy en día a promulgar un aumento de impuestos aunque esto implicara grandes mejoras para la estabilidad económica. El poder del pueblo se desvanece en una tremenda incapacidad por ambos bandos para seguir en este camino: la política por haber perdido su electorado y la población por anteponer el bienestar del individuo al bienestar común (o incluso bienestar individual a largo plazo). La situación actual es que todos los partidos proponen y remarcan únicamente las propuestas que, por suicidas que sean en un medio o largo plazo, serán aceptadas por una población indiferente el día de las elecciones.
Otro dato a tener en cuenta es la participación en los comicios o preguntas sociales. Es flagrante ver como los partidos, adictos al poder, obvian las bajísimas participaciones electorales en los comicios. Del mismo modo, también es doloroso ver como partidos que no obtienen resultados destacables emplean todo tipo de negociaciones (destructivas y humillantes pero rara vez constructivas) para llegar al poder. Tomando una cierta distancia sobre los hechos, es interesante cuestionarse sobre esta situación: ¿tiene legitimidad un partido elegido por menos del 50% de los votantes en unos comicios con una abstención del 45%? ¿A cuántas personas representa este partido, supuestamente democrático? El hecho que la abstención haya sustituido la opción del voto en blanco demuestra claramente la desidia que ha invadido la sociedad respecto a la democracia. Ya nadie cree en ella sabiendo que el electorado poco podrá hacer para cambiar el curso de las cosas.
Esta perspectiva es quizás aterradora cuanto más se piense en ella. La democracia unida a la idea del estado-nación se está desvaneciendo. La población ya no cree en la democracia puesto que nada cambia vote lo que vote o decida lo que decida la población. Lo cierto es que la gestión del devenir del mundo y por antonomasia de todos los países ha escalado un plano. Leyes y normativas limitan el espacio de acción de todos los países a sus fronteras y las reuniones internacionales son más bien una lucha de imagen, intereses y negocios más que un intento por recuperar el control por parte de los gobiernos estatales. El plano ha dejado de ser nacional y pasa a ser transcontinental. La pregunta es ¿Quién tiene poder para operar en todos los continentes con total legitimidad? La respuesta es simple: el mercado. Empresas y firmas de todo el mundo son las únicas capaces de situarse en el plano adecuado para gobernar. Con suma facilidad vemos como empresas se desplazan de un país a otro buscando mejores rendimientos, mejorando su competitividad y engrandeciendo su marca para llegar a todo el mundo.
Más allá de la legitimidad moral (la legal está asegurada por los beneficios que puede aportar la implantación de multinacionales en cualquier país), es interesante ver como se ha desplazado el poder. A primera vista parecería que las empresas han “conquistado” el mando pero no es así. Las empresas han usurpado la posición de los gobiernos en el mundo pero si se recurre a la noción original de democracia, en ella no es el gobierno quien tiene el poder: lo tiene la población. Analicemos la razón de la búsqueda constante del beneficio máximo de las empresas. Obviamente se busca el enriquecimiento individual pero todas las empresas son conscientes de que cada día estarán sometidas a un electorado. Un electorado que curiosamente sigue siendo el mismo de siempre: la población. La razón por la que las empresas buscan maximizar sus rendimientos no es por lo tanto únicamente el provecho personal sino también la aceptación de la población que con su nueva papeleta electoral (la moneda) decidirá del mismo modo que lo hacía en los comicios si una empresa subsiste o no.
La célebre frase de Winston Churchill “la democracia es la peor forma de gobierno… exceptuando todas las demás” (1947) parece cobrar un nuevo sentido hoy en día. Poco prósperos parecen los días para la democracia tal y como la conocemos hoy. De hecho, la democracia se está extinguiendo para dar paso a una democracia mercantil. Las personas, deciden con su compra la aceptación de una empresa o su eliminación. Hay que destacar que, como todo cambio de gestión gubernamental, las analogías entre democracia y mercadocracia pueden existir pero no son totales. En la actualidad, que podríamos calificar como etapa de convivencia, se percibe como la democracia mercantil puede albergar varias empresas gobernantes y como grandes firmas como Microsoft, Coca-Cola o Boeing pueden manejar los gobiernos a su antojo para lograr lo que deseen. Al mismo tiempo, esta nueva visión o forma de gobierno no tiene porque ser peor. La noción de capitalismo devastador implícita (erróneamente) en la idea de “gobierno por empresas” podría no ser cierta en función del peso que las personas le den a una empresa con valores morales contra otra sin ellos. Todo dependerá del electorado que esta vez, no tendrá fronteras ni nacionalidades y decidirá su futuro a escala global.
2 comentarios:
no es cierto que todos los partidos estén en el mismo saco. Y por cierto, la semana pasada propusimos al congreso de los diputados aumentar impuestos a las rendas más altas. al principio habia un acuerdo que la misma tarde se rompió por estar CiU en contra de la medida y necessitar su apoyo para votar el techo de los presupuestos.
Deja de hacer partidismo. Tú partido como el de todos los demás ha demostrado hacer lo mismo que todos los demás. NO hay diferencia alguna (siempre segun mi opinión):
me pongo un tanto egoista pero bueno... Mi renta no ha variado estando la combinación de partidos que quieras: PSOE + CiU, PP + CiU, PSOE + ICV,ERC,PSC ni la habrá con culaquier otra.
La política no es el futuro. El futuro está en la concienciación de la ciudadanía de que su voto real está en quien gestiona nuestro dinero y a quien se lo damos.
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