Tras varios días sin publicar en este blog, quisiera volver con otro tema de actualidad que desgraciadamente, se va a prolongar en el futuro. Se trata de los escáneres corporales que poco a poco se van a ir introduciendo en los aeropuertos. ¿Son necesarios?, ¿son morales?… O más bien ¿Qué son?.
La situación actual es, a grandes trazos la siguiente: tras el intento de atentado en las aerolíneas Delta (la compañía Norteamericana más grande de Estados Unidos, con sede en Atlanta) por parte de un joven somalí, los miedos al terrorismo internacional y el inevitable flashback a los atentados del 11 de septiembre de 2001 han vuelto a aflorar. De esta forma el gobierno americano está promoviendo una campaña internacional para obligar a los estados del resto del mundo a aplicar esta nueva medida de seguridad a los ciudadanos que viajen hacia territorio Norteamericano.
No obstante, desde mi punto de vista, existen algunos aspectos a remarcar. En primer lugar hay que considerar la incidencia directa sobre el pasajero. Acoso moral y perjuicio para la salud son los principales objetivos a estudiar. Si bien la Comunidad Europea ha apoyado el hecho de que el escáner no daña ni la salud moral ni la física de las personas, esta aseveración no tiene ninguna validez dada la tesitura internacional. El interés en estos momentos de crisis y con una China en plena explosión, para no “enfadar” al gigante Estadounidense podrían haber manchado la investigación. Las preguntas que nos debemos hacer son: ¿alguien tiene derecho a ver nuestro cuerpo desnudo sin orden judicial expresa? La respuesta en mi opinión es clara: no. La labor de protección no debería hacerse justo antes de la entrada el aeropuerto si no mucho antes: seguimiento de grupos de riesgo, control de cuentas bancarias en el momento de la compra del billete, comprobación del historial penal tras la compra del billete son algunas ideas más útiles y menos agresivas que hacernos una foto con un escáner que nos desnuda antes de entrar el el duty-free a comprar botellas de vidrio que podrían servir de arma…
En relación con este aspecto, también es necesario observar quienes son las personas que van a ver y emplear la imágenes que el escáner aporte: empleados de seguridad privada. Como ocurre con actualmente en el escáner de las maletas tanto en aeropuertos como en líneas ferroviarias (Euromed), este análisis es llevado a cabo por personal de seguridad privado y por tanto subcontratado. Mala preparación, mala educación y difícil identificación son aspectos asociados a este tipo de personal. En este caso, la crítica no va dirigida a los empleados de las empresas de seguridad si no a los gobiernos que tanta importancia delegan en la seguridad aeroportuaria (tanta como para desnudar públicamente a sus ciudadanos) pero luego delegan el control de dicha seguridad en empresas privadas de dudosa reputación puesto que la policía nacional y la guardia civil o equivalente no tienen tiempo para estas cosas… ¿Incongruencia o mentira?
Esto nos lleva al caso concreto de España donde la totalidad de los aeropuertos son controlados por AENA salvo el nuevo aeropuerto de Lleida-Alguaire controlado por el estamento público de la Generalitat de Catalunya (gobierno regional de España) y los aeropuertos de Ciudad Real y Castellón. Éste último está controlado por Aerocas. Dicha empresa es a día de hoy, la única que ha dado el “sí quiero” al escáner corporal y por tanto el Aeropuerto de Castellón será el 1er aeropuerto en España equipado con esta herramienta. No obstante, no deja de ser curiosa la frase con la que el presidente de Aerocas comunicó tan penosa noticia:
“Castellón será el primer aeropuerto de España que ofrezca esa facilidad”
Juan García Salas, director de Aerocas. Las Provincias (http://www.lasprovincias.es/20100102/castellon/aeropuerto-castellon-tendra-primer-20100102.html)
Son a remarcar las palabras “ofrecer” y “facilidad”. Facilidad para él mismo por que dudo que sea más fácil para el pasajero desnudarse ante un empleado no público que no tiene derecho alguno sobre nuestro cuerpo. Y sigo sin entender el sentido de la palabra “ofrecer” puesto que esta medida me parece más una imposición que una oferta.
Por último, quisiera remarcar un hecho, que en mi opinión acaba por derrumbar toda la estrategia de implantación del escáner. Se trata simplemente de su inutilidad. En la retina de todos están las terribles imágenes del atentado a las torres gemelas. Pero conviene recordar como se llevaron a cabo aquellos atentados: ni una sola arma de fuego, ni droga, ni bombas, ni gas letal… nada. Tan solo una arma blanca: un chuchillo de plástico ofrecido por la compañía para comer el menú del vuelo. Además ¿de qué sirve un escáner cuando en el interior del aeropuerto se venden botellas de vidrio, cuberterías en plata, mecheros y multitud de otras armas blancas que podrían servir incluso para fabricar explosivos? La respuesta es simple: no sirven de nada.
Concluyo finalmente con mi opinión sobre este artilugio digno de las novelas de Aldous Huxley o George Orwell. El mundo tiende hacia un control excesivo de todas las cosas, todo debe estar filmado, todo debe registrarse, todo debe ser visto por un gran ojo que nos viste de una falsa seguridad aparente. No obstante, los crímenes se siguen cometiendo, se sigue robando y lo que es peor, se fomenta más odio todavía. Estados Unidos demuestra una vez más la naturaleza de su población: esta medida está siendo impulsada por el gobierno más social que se ha visto desde hace muchos años en la Casa Blanca y aún así, los fantasmas del recelo, el racismo, el odio al extranjero, el miedo a lo foráneo siguen vivos.
Muchas personas opinan que esto es el producto de la “intacta” historia de Estados Unidos. Desde su fundación como país, jamás se ha visto atacado en su corazón hasta el 11 de septiembre de 2001 (las batallas de Peal Harbor y Midway hacen referencia a territorios de ultramar y no son comparables al impacto que tuvieron los atentados de las Torres Gemelas sobre la población americana que despertó de un letargo de superioridad y arrogancia extremos). Por desgracia ese despertar no fue el más idóneo. Arrastrados por el miedo los gobiernos norteamericanos han promovido una guerra contra medio mundo liderada por ellos solos (dejando en evidencia de nuevo su cerrada mentalidad y su elevada autoestima) y una lucha sin cabeza por una seguridad excesiva y sin límites. Hasta la fecha solo han logrado lo que querían los terroristas: generar más odio en el mundo islámico y aumentar las tensiones entre Europa y Estados Unidos.
El escáner no es más que un ejemplo, la punta del iceberg del sendero que la sociedad americana y poco a poco la mundial también, está tomando. Podríamos decir que en el caso concreto de la seguridad aeroportuaria convendrían otros cambios en lugar de éste (como por ejemplo un seguimiento cotejado con las bases de datos de las policías de cada país de los compradores de billetes de avión, o lo que es lo mismo, una prevención menos agresiva y más útil) pero no es más que un pequeño intento de luchar contra una fuerza muy superior. Una fuerza cuya naturaleza no es ocultista ni de conglomerados empresariales secretos. Una fuerza que recae directamente sobre el ser humano: el odio.
Por eso, cada ciudadano debe hacerse sus propias preguntas. ¿Vale la pena alimentar este odio?, ¿Oponerse a la imposición de escáneres es una tontería o es sinónimo de oponerse al miedo?. Barack Obama, pese a apoyar ciertas medidas como la del escáner está llevando a cabo su propia guerra: una guerra más útil: la negociación y la reconciliación con los gobiernos en cuyos territorios existen grupos terroristas. Queda claro que hay debate…
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