jueves, 10 de diciembre de 2009

Vanidad disfrazada de beneficencia

La revista Hola, Lecturas y cada día más los grandes medios de comunicación (informativos televisados, prensa escrita, e-news…) nos permite descubrir el nuevo hobby de los ricos. Tendencia iniciada a mediados de los ‘80 con grandes conciertos multitudinarios, las celebridades de hoy en día se divierten paseando por países pobres (bien escoltados por sus múltiples guardaespaldas y los flashes de cámaras) para demostrar al mundo que hay que comprometerse con la “pobre gente que necesita despernadamente de la ayuda del poderoso occidente”.

No deja de ser curioso ver a Angelina Jolie y Brad Pitt vestidos al estilo Indiana Jones (pero con prendas que un niño al que apadrinan jamás podrá costearse) haciéndose fotos al lado de personas africanas vestidas con harapos. “Cultura occidental” desembarcando en tierra de “Salvajes” dirían algunos. Pero el brillo de estas estrellas eclipsa lo ridículo de la escena. Personas incapaces de comprender lo que ocurre a su alrededor que ven como una marabunta de personas les rodea interesándose por ellos vestidos como si de la primera avanzada occidental en África se tratase. 

El Futbol Club Barcelona merece otra mención. Su espléndido baluarte de UNICEF les confiere una posición preponderante en Europa: son el primer club que paga por llevar publicidad. En efecto el club blaugrana pagó… Pero sin duda alguna con la esperanza de abrirse a nuevos mercados. Con una mente retorcida digna de publicistas y tabacaleras, el club muestra orgulloso como “ellos” son perfectos: juegan bien, hablan bien y además ayudan a Unicef. A las personas boquiabiertas por este hecho habría que decirles que Unicef es una entidad gubernamental apoyada por la inmensa mayoría de los gobiernos del mundo. Los 6 millones de euros donados por la entidad blaugrana son insignificantes y carecen del llamado rumbo económico. Unicef es un organismo que corresponde a los gobiernos (que gestionan Naciones Unidas) controlar y no a clubs de futbol.

Para reflejar la importancia que le da la directiva blaugrana a Unicef tan solo hay que comprobar los millones dados a beneficencia (y en principio a fondo perdido… o no?…) y los depositados en fichajes: 6 millones contra 60 millones solo esta temporada y considerando tan solo un solo jugador (Zlatan Ibrahimovic). ¿Habría que pensar también en los 30 millones de Dani Alves? Lo que se critica en éste párrafo no es el precio de un jugador (en el mercado actual, es totalmente comprensible que un equipo líder como el Barcelona gaste estas cantidades en jugadores) si no la hipocresía. El logo de Unicef que viste el FC Barcelona no es un logo de Naciones Unidas, es un simple logo comercial.

Mencionar también los casos de jugadores de futbol que en verano se dedican a visitar mundo. Un caso distinto puesto que a diferencia de A. Jolie y Brad Pitt así como de sus allegados del cine, los futbolistas no requieren de la publicidad reportada para vivir holgadamente. No obstante, la sombra de las grandes marcas (Nike, Addidas, Reebok…) detrás de estos jugadores hace temer lo peor. ¿Buenas intenciones o visión de futuro?

Como último caso a tratar, me gustaría tomar el ejemplo de los conciertos multitudinarios. En principio una iniciativa digna de mención. Mezclar la cultura (¡aunque sea la cultura del rock!) con la ayuda al mundo es un gesto honroso y si son ciertas las cifras que los beneficios de estos conciertos sufragan montaje y se destinan a beneficencia (conciertos no lucrativo) es importante perdurar en este camino. No obstante, aparece otro aspecto a tener en cuenta. Si bien muchos grupos son adheridos a estos carteles con la idea de ayudar, algunas excepciones como U2 por ejemplo parecen querer aprovecharse de la fama benefactora. Para las nuevas generaciones, Bono es más un showman presente en todos los conciertos y montajes pintorescos de ayuda humanitaria que el líder de la banda U2… 

Algunos pensarán de forma pragmática, y quizá tengan razón al afirmar que por bien o por mal estas personas están dando de comer y financiando escuelas a personas (sobre todo niños) que quizá jamás podrían haber tenido estos privilegios. Otros dirán que los “famosos” dan voz a estas personas de las que jamás hubiésemos oído hablar de no ser por esta nueva clase “snob” comprometida. No obstante, al los primeros les diría que porque el bando más desfavorecido salga bien parado, no tiene porqué estar todo permitido. Aprovecharse de niños, apadrinar sin ton ni son huérfanos y ayudarse de las personas en situación económica inferior para seguir en la palestra de los Maas Media cobrando cuantiosas cantidades por exclusivas no se puede considerar beneficencia si no más bien hipocresía en el mejor de los casos y perversión el la mayoría.

A los que dicen que de este modo se da la voz a los pobres simplemente contesto que me avergüenzo de un mundo frívolo y fácil en el que el único medio para conocer la desgracia ajena es la televisión y la revista Hola. La población occidental debe saber que existen más de 300 conflictos en el mundo a día de hoy, debe saber que la pobreza es un mal endémico que se está propagando, que la desigualdad es el germen del odio y del rencor y debería saber que el SIDA existe también en África. Todo esto por sus propios medios: informativos, informes de Naciones Unidas, prensa especializada, reportajes… No se puede considerar a una persona comprometida con el desarrollo humano un ser que tan solo espera que Tiger Woods abra una subasta (con su nombre en grande colocado arriba a la vista de todos) de palos de golf para donar 10€.

La beneficencia, caridad y el deseo de ayuda es un gesto que ennoblece la especie humana y por eso debemos proseguir en ello. Por otro lado, nuestra organización en forma de Estados debería imponer el deber moral a los gobiernos de ayudar a los países (y concretamente a las poblaciones) más desfavorecidos con todos sus medios: atribuciones fiscales, donaciones económicas, persecución de caudillos regionales, despliegue de militares en tareas humanitarias... En fin, personal especializado y preparado para tal propósito. Y por éstos dos motivos, ni concierne a las celebridades alimentar el mundo,  ni es asumible que la beneficencia se ligue de forma sistemática a la publicidad puesto que el día que ya no se considere rentable salir en defensa de los pobres, nadie sabrá de ellos… ¿Qué pensará entonces occidente al haber tratado de mascota al resto del mundo?

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