Se trata de un tema de actualidad, las agencias de calificación de riesgo. Empresas que se encargan, por cuenta de un cliente, de calificar unos determinados productos financieros que pueden hacer referencia a empresas privadas, empresas públicas, empresas no-gubernamentales, Estados o Gobiernos regionales. Su principal fuerza es la confianza que pueden otorgar o quitar con sus célebres “notas de calificación” y su opinión se centra sobre la solvencia de la entidad analizada afectando a la prima de riesgo sobre la deuda de ésta misma entidad. Intentan responder a la pregunta ¿podrá un determinado producto financiero pagar la deuda que contrae con el comprador?
A día de hoy, las agencias de calificación se están haciendo tremendamente célebres por sus opiniones aplicadas a los gobiernos europeos y las consecuencias que éstas conllevan en la geopolítica occidental. Concretamente sus opiniones sobre la capacidad de los diferentes estados para pagar las deudas que contraen (la solvencia de los países) están provocando profundos terremotos políticos, económicos y sociales en Grecia, Irlanda, Islandia y últimamente en Portugal. Italia y España están en el ojo de mira.
En definitiva, ¿es realmente necesaria y útil la intervención de éstas agencias de calificación durante la reestructuración europea tras la crisis?. ¿Qué beneficios aportan, si es que los hay, las agencias de calificación al conjunto de la población? Algunas de las preguntas que la sociedad europea se plantea estos días intentando comprender porqué tiene tanta influencia la calificación que otorga una empresa norteamericana a un gobierno europeo…
Funcionamiento de las Agencias de Calificación
Una Agencia de Calificación de Riesgo (ACR) figura en el catastro empresarial como periodistas financieros y por tanto, restan amparadas por las leyes de libertad de expresión que refrenda una enmienda de Estados Unidos. Este hecho ya les otorga una libertad enorme respecto a lo que digan desamparándoles de una responsabilidad que tampoco demuestran poseer.
La nota de calificación que las agencias en cuestión aplican valora el riesgo de impago y del deterioro de la solvencia del emisor de una cierta deuda. En otras palabras, cuál es el riesgo para un comprador dado, de que su inversión no sea devuelta según los términos estipulados de un contrato entre el comprador y la empresa deudora. Por ejemplo, si una persona decide comprar letras del tesoro de un Estado, dichas obligaciones estarán sujetas a una calificación que dará una idea al comprador de si el Estado está en condiciones o no de devolver el dinero y los intereses asociados.
Las agencias emplean modelos llamados “econométricos” en los que distintas variables (como la deuda acumulada, la velocidad de devolución…) permiten valorar el potencial financiero de la entidad analizada. Sobre el papel, estas empresas aumentan el abanico de alternativas de inversión y proporcionan una medida del riesgo de fácil uso para inversores de todo tipo. La eficiencia del mercado debería verse aumentada a la par que los costes para el prestamista y el inversor se deberían ver reducidos. La disponibilidad total del capital aumenta, se hace más fiable y el crecimiento económico del conjunto de entidades financieras se fortalece a la par que pequeñas entidades buscadoras de préstamos pueden acceder a un mercado financiero ya de por sí muy hermético: gobiernos pequeños (de nuevos países o de gobiernos regionales), empresas nacientes, hospitales o universidades.
Pero ¿porqué esto no ocurre? En Europa, la función de las agencias no está permitiendo un crecimiento mayor, no está facilitando la tarea a las nuevas empresas y básicamente está entorpeciendo la función de los Estados para rescatar los países en peor situación. Por eso, más allá del hecho de que los gobiernos europeos sólidos están errando la política de recuperación (la imagen de división y ruptura y la cruel exigencia fratricida, o mejor dicho europecida, entre gobiernos griego, portugués, islandés, irlandés, español, italiano, alemán y danés es espantosa), conviene advertir porqué la sacralizada opinión de las agencias de calificación debería ponerse en entredicho o como mínimo, relativizarse mucho más.
Las agencias de calificación en el mercado actual: Un Oligopolio intolerable
Hace varias décadas, según Calvin Trillin, los economistas menos brillantes iban a trabajar a Wall Street, un lugar en el que se ofrecía poco y se pagaba poco. Con el tiempo, Wall Street se convirtió en algo más parecido a una aventura y entonces “los tipos que no pueden tener un empleo en Wall Street se van a trabajar a Moody’s” dice un directivo de Goldman Sachs. Por otro lado, la lista de culpables por la crisis económica generada es extensa y va desde bancos irresponsables hasta reguladores incompetentes pasando por banqueros centrales torpes, especuladores (sin más) y por cierto, ciudadanos irresponsables que pedían créditos alegremente mientras la burbuja se hinchaba en Florida, Reikiavik, Dublín y entre el Cabo de Creus y la desembocadura del Guadiana.
Pero las agencias de calificación de crédito han jugado un papel protagonista tanto en la hipertrofia de los mercados financieros a lo largo de los últimos 20 años, como, sobre todo, en este drama inacabable que empezó con la crisis financiera estadounidense (en la que las agencias convirtieron las hipotecas subprime y otros ingenios bancarios en una trampa atrapamoscas otorgando la máxima calificación de riesgo a productos que ahora se consideran basura, y además aceptando encargos remunerados para que esos productos tóxicos tuvieran la máxima nota), y se ha transformado en una crisis fiscal europea de difícil solución e incierto final.
En el mercado actual, se considera que existen cerca de 74 empresas de calificación pero tan solo tres de ellas controlan el 90% del mercado de calificación. Se trata de Standard’s & Poor’s, Moody’s y Fitch’s todas ellas con sede en Estados Unidos (salvo Fitch’s que también tiene una sede en el Reino Unido). Vale la pena notar que en Asia, la agencia Dagong Global Credit Rating está adquiriendo poco a poco más notoriedad, pero sigue extremadamente alejada de las tres ACR norteamericanas.
Diversos expertos en la materia han afirmado que la legislación en Estados Unidos ha provocado un sistema oligopolístico en el mundo puesto que la ley americana obliga al empleo de una de las tres grandes agencias para cierto tipo de inversiones. Esto no se hace citando explícitamente a las ACR en la ley si no que se obliga a las empresas a contratar los servicios de una ACR “de reputación contrastada y de alcance internacional” para que la Reserva Federal y Securities and Exchange Comission permitan y autoricen una inversión de una empresa dada.
Se genera por tanto una situación de control por unos pocos ofertantes de un mismo servicio. Es decir, un oligopolio. Las propiedades son simples: únicamente participan tres empresas en la oferta del servicio de calificación, es más que probable que entre ellas se establezca una colaboración asociativa en lugar de una competencia destructiva (curiosamente, ninguna carece de clientes y todos están “bien repartidos” entre ellas), los precios son mayores que los que existirían en un sistema de competencia más perfecta y el servicio, obviamente, de peor calidad. En definitiva hay menos competitividad.
Los errores de antaño y de hoy
¿Qué han demostrado hasta la fecha éstas tres ACR? Hay que considerar en primer lugar el caso Enron. Esta empresa energética que llevó a cabo un engaño masivo a sus inversores y finalmente terminó en bancarrota pero hasta 4 días antes de su fin, la calificación que las agencias le otorgaban era de clase normal, incentivando la inversión en una empresa falsa. Lo peor es que las investigaciones fiscales en Estados Unidos han demostrado que las agencias conocían, como mínimo, los problemas financieros desde hacía años.
Siguiente episodio: Lehman Brothers, empresa detonante de la crisis de las subprime en Estados Unidos y que, hasta el día antes de su debacle y del tsunami que originó en todo el mundo, disponía de la mejor calificación de riesgo. Incitación directa al crecimiento de la burbuja inmobiliaria, las agencias volvieron a cometer un craso error de predicción agravando la que vendría a ser la mayor crisis económica mundial por haber fomentado la inversión en empresas con una seguridad más que dudosa tras años de especulaciones irregulares.
Otro capítulo sobre la historia negra de las Agencias de Calificación de Riesgos es la empresa de seguros alemana Hannover Rück. Historia publicada por el diario Washington Post, la agencia Moody’s llevó a cabo una estrategia de chantaje para captar a la empresa de seguros. Ésta última, negándose a pagar por los servicios de Moody’s, se percató de que su calificación disminuía desde la ACR en cuestión. La justicia alemana recibió cartas en las que Moody’s amenazaba a Hannover Rück con “esperamos el día en que Hannover Rück esté dispuesta a pagar”. Años después, Moody’s rebajó hasta el límite de inversión basura a Hannover Rück que perdió 175 millones de dólares americanos.
¿La bancarrota de Venezuela? Tampoco fue advertida por las ACR en una época en que ese país era una parte vital para la importación petrolífera a Estados Unidos. En 1994, la fuerte crisis bancaria a la que el Presidente de Venezuela, Caldera, tuvo que hacer frente no pudo ser predicha por las empresas de se encargan de ello… Todo ello conlleva opiniones críticas como las de Guillermo de la Dehesa (presidente del Center for European Policy Research) que afirma que “[las agencias] tienen un serio problema porque no responden de su información equivocada como lo hacen, por ejemplo, los auditores que dan fe de la bondad de las cuentas auditadas”. Y así sucesivamente: Grecia, Islandia, British Petroleum (BP)… Multitud de casos en los que las agencias se han equivocado plenamente.
Cabe destacar además los continuos problemas legales que éstas agencias llevan soportando durante la última década. Si bien su capacidad para calificar adecuadamente se ha puesto en duda en Europa tras la crisis de 2008 – 2009, en Estados Unidos, la Security and Exchange Comission (agencia independiente del Gobierno Norteamericano encargada de hacer valer las leyes federales sobre competencia en el mercado de valores Estadounidense) ya abrió diversas investigaciones en 2003 a varias agencias de calificación por conductas contra la libre competencia conllevando conflictos de intereses.
Además, para las personas que siguen el sector financiero, es inevitable tener la sensación de que las agencias de calificación siempre van a remolque de los hechos y que son incapaces de llevar a cabo su trabajo correctamente: adelantarse con precisión a los hechos. Ninguna de las agencias importantes supo anticipar la crisis económica de 2008 y hasta que todo el sistema económico mundial no se derrumbó, sus calificaciones eran las mejores para prácticamente todos los productos financieros.
Un sistema que no funciona
Empresas americanas que ejercen un control decisivo en Europa. Es cierto que desde éste blog se opta por la libre competencia retirando las barreras proteccionistas pero es ya de por sí dudoso que unas empresas con tanto poder a corto plazo estén agobiando con tanta insistencia el resurgir de la economía europea. ¿Podrían haber intereses detrás de éste comportamiento? ¿Favorecer las empresas norteamericanas? ¿Facilitar la predominancia del bloque Americano frente al Europeo?. Curiosamente, China, que cada vez financia más deuda en Estados Unidos (y por tanto ejerce cada vez un mayor control sobre el gobierno Norteamericano) no está recibiendo el acoso de las Agencias de Calificación de Riesgo…
El ex-presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Khan afirmó en Abril 2010 que “las agencias de rating no siempre aciertan. La gente les cree y por eso tienen influencia a corto plazo, pero a largo plazo lo que predominan son otros factores”. El 10 de Septiembre 2010, en un informe oficial del FMI, éste acusa a las ACR de contribuir involuntariamente a la inestabilidad financiera de Europa y del mundo. Por su parte, la Unión Europea ya ha exigido una mayor responsabilidad a estas agencias a la par que ha mostrado su intención de reglamentar el sistema de funcionamiento de las agencias de calificación a la par que prevé crear una Agencia de Rating Europea.
El profesor en Economía García Montalvo (Universidad Pompeu Fabra), afirma que “si la agencia pone una calificación a tus activos que no te convence, puedes no pagar, así que les interesa poner AAA porque si no el cliente podría irse” y añade que “antes estas agencias tenían los incentivos correctos porque sus clientes eran los inversores y la agencia debía decirles la verdad. El problema [ahora] es que nadie sabe el modelo que utilizan para calcular [la solvencia]; cobran por hacerlo, pero no te dicen sus variables. Lo que sí sabemos es que en los últimos siete años no han modificados sus modelos y estos tenían fallos”. Pone de manifiesto que el sistema capitalista de la oferta y la demanda podría no ser suficiente para asegurar la fiabilidad moral de éstas empresas.
Además de mostrarse como un sistema de calificación poco fiable (Enron, Venezuela, Lehman Brothers, crisis global de 2008, presuntos chantajes…), ¿de qué sirven sus calificaciones si no es para generar un círculo vicioso?. Las empresas o gobiernos que son derruidos por las bajas calificaciones entran en un círculo vicioso del que no pueden salir: mala calificación, menos inversores, falta de un capital necesario para salir adelante, ajenas a las políticas de salvación las agencias mantienen la mala calificación, la empresa no puede pagar y finalmente, por éste orden, desaparición de la empresa.
A nivel gubernamental, una mala calificación afecta a la Demanda Agregada (DA) de un Estado (menos exportaciones, menos consumo…) implicando una disminución de dicha DA y dirigiendo a Europa hacia un recrudecimiento de la crisis actual. En efecto, a lo largo de la historia las Agencias de Calificación de Riesgo no han hecho más que cometer errores de predicción y agravar situaciones ya de por sí difíciles.
¿Y qué solución se puede aportar? Diversos economistas afirman que es más fiable observar las empresas y los legisladores deberían centrarse más sobre los índices de los mercados de intercambio de riesgos de crédito que aportan un dato más fiable de los riesgos de impago de diversas empresas y dejar de centrarse en organizaciones de dudosa credibilidad… Pero evidentemente, eso supone un esfuerzo suplementario que subcontratar un servicio rápido.
Otra medida a corto plazo sería hacia la que se está encaminando Europa bajo proposición de Angela Merkel (que por una vez, parece tener una idea clara de la situación) y que consiste simplemente en establecer unas normas de control para las Agencias de Calificación de Riesgo que quieran operar en Europa…
Fuentes:
The New York Times – Calvin Trillin, edición digital (http://topics.nytimes.com/topics/reference/timestopics/people/t/calvin_trillin/index.html)
The Wall Street Journal – Abril 2009 y Febrero 2008 (http://online.wsj.com/article/SB123976320479019717.html - http://online.wsj.com/article/SB120398754592392261.html)
Washington Post – Noviembre 2004, edición digital (http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/articles/A8032-2004Nov23.html)
The Big Short – Michael Lewis
El País – Edición digital (http://www.elpais.com/articulo/economia/escandalo/agencias/credito/episodio/XXIV/elpepueco/20110706elpepueco_12/Tes)
Wikipedia – Crisis bancaria en Venezuela (http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_bancaria_de_1994_(Venezuela))
(Quisiera terminar añadiendo, que por motivos que desconozco, no he podido incluir los nombres de Moody’s, Standart & Poor’s y Fitch’s en las etiquetas de la entrada…)
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