martes, 8 de septiembre de 2009

Si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado


“Eres tan feo que podrías estar en un museo de arte contemporáneo”

“Tengo miedo Dave… mi cabeza se va… siento que se va”

“Recuerda lo que digo Clemenceau: la guerra es demasiado importante para dejársela a los generales. Pero hoy, la guerra es demasiado importante para dejársela a los políticos”

“Hola, hola, hola hermano!, Ahí estaba yo, es decir, Alex y mis tres Drugos”

Porque aunque en ocasiones oscuro y complejo, era genial. Porque era él. Porque sus 13 películas son auténticas joyas. Hoy le dedico la entrada a este genial director de cine: Santley Kubrick.

Como breve biografía destacar que nació en Nueva York donde desarrolló una temprana afición por la fotografía, el ajedrez y el jazz. Pasando por la revista Look, empezó a hacerse con una reputación internacional hasta lanzarse en el cine. Melómano, decidía las bandas sonoras de sus películas llegando a prescindir de cualquier tipo de compositor. 2001 es el ejemplo más claro.

Su primera incursión en el cine es Day of Fight: un reportaje sobre el boxeador Walter Cartier. Excéntrico (no concedía entrevistas y adoptaba un comportamiento extraño en público), inició desde ese día una carrera longeva, con pocas piezas y genial. Luchó con financiación familiar y dos films (Fear and Desire y El beso asesino) hasta que la NBC apostó por Kubrick. Desde entonces: Senderos de Gloria, Espartaco, Lolita, Teléfono Rojo: Volamos hacia Moscú, La Naranja Mecánica, Barry Lyndon, El resplandor, la Chaqueta Metálica y Eyes Wide Shut han sido sus obras cinematográficas.

Pero fue en 1968 cuando a raíz de una novela de Arthur C. Clarke, Kubrick alcanzaría la gloria. 2001: Una Odisea Espacial se ha convertido algo más que una película. Genera rechazo o adoración pero en ningún caso deja indiferente. Con un valor poco común hasta la fecha, Kubrick decidió lanzar esta película con 40 minutos de dialogo sobre 141 minutos. Unos efectos revolucionarios dirigidos por el fantástico Douglas Trumbull, un film inquietante desde el inicio hasta el fin pero sobre todo, una reflexión sobre temas que siempre le fascinaron: inteligencia, soledad, muerte, vida eterna así como la inteligencia artificial. El final de este film es quizá, en mi opinión, el más sobrecogedor, cargado de sentido e intenso que jamás haya visto.

Murió a la edad de 70 años en su residencia en Inglaterra. Hoy, le dedico este humilde recordatorio a uno de los mejores cineastas de toda la historia: Stanley Kubrick.



1 comentario:

Alba dijo...

Sólo te falta besarle los pies a Kubrick! pero estoy contigo, creo que es uno de los mejores directores que ha habido en la historia del cine.