viernes, 4 de septiembre de 2009

El Gran Circo de la Televisión!



Es bien sabido que la televisión se ha convertido en un objeto de vital importancia (al menos presencial) en nuestras vidas y hogares. Son minoría aquellos que prescinden de dicha caja, ha resistido a las embestidas de medios substitutivos como son el dvd, internet y en general a cualquier otro medio de entretenimiento del hogar y en ocasiones del exterior. Este vital canal de información continuada ha cobrado, por su importancia, un valor extraordinario. Hasta tal punto que algunos publicistas requieren de la búsqueda de nuevos medios para mostrar su trabajo por la enorme saturación de información y contenidos que emite la televisión. No obstante, esta herramienta de diversión podría no siempre ser tan positiva y buena como parece. Ciertos contenidos, desde hace unos años insultantemente frecuentes y dañinos para cualquier persona se banalizan y generan heridas muy graves en las personas que los absorben atónitos e incluso atontados ante una máquina que no siempre nos da lo mejor de sí misma.

Mas allá de temas graves, destaca uno que merece un trato especial: es el referido a los contenidos de las emisiones de las cadenas. En efecto, hoy en día asistimos a muchas mentiras, montajes y demás tergiversaciones en lugares que jamás podríamos llegar a sospechar si no estamos mínimamente informados. Este tipo de contenidos se dan sobre todo en cadenas privadas: Tele 5 en primer lugar, Antena 3 en segundo, La Sexta en tercer lugar y con más moderación en Cuatro observamos como mentira tras mentira, espectáculo (dantesco) tras espectáculo los programas se suceden.

Entrando en detalle, consideremos el ejemplo de los jurados de programas de baile o cante. Es intolerable que con una regularidad francamente vergonzosa los concursantes sean humillados delante de las cámaras por jurados cuya integridad es fácilmente moldeable. Humillar a personas verbalmente no es correcto ni legalmente ni moralmente y el argumento “los concursantes saben a lo que van” no es válido. La necesidad y las ilusiones pueden hacer que personas accedan a dejarse vejar por incompetentes que jamás han pisado una universidad de periodismo. En este caso, es el público es el que debe criticar tales hechos no solo tomando partido por el joven humillado sino dejando de ver tal programación. Por no citar que en la mayoría de las veces se olvida que dichos jurados tan avispados y listos para hacer rimas degradantes reciben guiones con dichas rimas sin valor alguno redactadas por otra escoria televisiva: los guionistas a sueldo. Ese jurado tan célebre no es mas listo que nadie y generalmente se convierte en lo mismo que los concursantes: marionetas.

Sobre el tema de errar el tiro, refiriéndome a atacar y humillar a personas de la calle en lugar de criticar a estamentos superiores, nos acercamos a otro tema extremadamente sensible: la intimidad de las personas. El show de la televisión ha llegado a tal extremo que no conoce barreras y con su poder extremadamente alarmante nos plantea como el “enemigo” aquel que no quiere que sus intimidades sean reveladas en público. Realmente se puede considerar normal llenar tardes con la muerte de un atropellado en la cuneta de una autopista? Es necesario enviar cámaras en el interior de una UCI para ver como médicos intentan reanimar a una persona moribunda y posteriormente filmar con alevosía y morbo la familia entera llorando? Es decente traer a una persona a un plató haciéndole creer que volverá a ver su madre para en falso-directo decirle que su madre ha fallecido 15 años atrás? Es respetuoso presentar a prostitutas ilegales como delincuentes y filmarlas hasta que estallan de rabia y empujan al cámara para posteriormente insultarlas? Probablemente el periodista y cámara que hacen esto no tendrían el valor suficiente para ir a entrevistar a un traficante de personas y aun menos filmarle la cara si dicha persona se negase a mostrar su rostro; pocos periodistas de este tipo de programa tendrían el valor de denunciar acontecimientos con cierto interés y aún menos la capacidad de presentarlo debidamente. Falta de valor, vender morbo fácil, humillar y demás son las constantes de nuestra televisión.

Humillar al eslabón más débil y aprovecharse del dolor y de la muerte es tarea fácil cuando tienes el escudo de la productora y el gigante televisivo detrás. Pero no es el único problema: la telebasura también alcanza la prensa rosa. Prensa rosa que todavía existe en prensa escrita pero que en televisión se ha convertido en prensa amarilla, negra o incluso cancerígena. Es indecente que creamos que personas invitadas famosas (por llamar de alguna manera a indeseables o carroñeros de exclusivas) van a programas y son humilladas por presuntos periodistas que lo único que saben hacer es tergiversar informaciones de nulo interés. Todo es una pantomima, un montaje en el que el invitado recibe de todo pero cobra una cuantiosa cantidad y la televisión recibe la audiencia atraida por la llamada de los gritos y los insultos. Tanto estos “periodistas” como los invitados forman parte de un circo monstruoso que devora horas de vida en hogares indefensos ante tal estruendo. Hay que despertar del letargo en el que vivimos ante la televisión, aprender a hacer un zapping inteligente pero sobre todo a seleccionar los contenidos. Cualquier persona, solo necesita pensar un minuto qué desea hacer y se dará cuenta que cierto tipo de programa no vale la pena.
Publicidad excesiva, abusos a personas, miedo infundado constante con noticias seleccionadas, robos, vejaciones… Un insulto al espectador. Con este artículo no pretendo criminalizar la televisión, totalmente al contrario, abogo por su longevidad pero como todo en esta vida nada es gratis: una televisión de calidad requiere de personas despiertas para evitar lo que está ocurriendo hoy en día. Conciertos de música, deportes, películas de culto, el grandioso género de la entrevista, el buen humor, la necesaria crítica, el cine, informativos de opinión o de calidad: despejados del morbo nauseabundo, ciencia, documentales del mundo, interculturalidad, arte, incluso prensa rosa liviana son contenidos que nos pueden gustar más o menos pero que conforman una televisión inteligente o entretenida: intentemos que funcione, arranquemos de nuestras agendas televisivas los horarios de prensa amarilla, de muerte, de humillación para ir a pasear, a hacer deporte o navegar por internet para volver mas tarde ante el televisor y ver otro tipo de televisión. Poco a poco, las personas encargadas de este gran circo cambiarán sus emisiones para emitir los programas que las personas vean. En resumidas cuentas: hagamos que pongan lo que queremos y no lo que quieren poner.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como dijo Groucho Marx:
Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro.

Alejandro Soberano dijo...

La frase es genial. La verdad, me ha encantado.

A veces tambien me pasa eso a mí.